Por poderosas que sean las tinieblas, aún más fuerte es la luz de Navidad. No se puede apagar, ¡queridos fraternos! Por eso damos gracias y estamos alegres, por eso nos felicitamos mutuamente y nos regalamos el amor que es más fuerte que el dolor.
Navidad es luz que visita y sorprende. La luz que brilló ante la joven María de Nazaret, esa misma luz nos visita a todos los hombres y mujeres que habitamos el planeta Tierra. Sanos o enfermos, tristes o alegres… a nosotros nos visita la Navidad. Siempre inmerecida y unilateral, pues es voluntad del amor generoso de Dios-con-nosotros. Nuestro Dios, con su corazón compasivo y misericordioso, brilla ante nuestros ojos para que podamos ver la belleza y el milagro de estar vivos, de seguir adelante a pesar de las dificultades. Él nos da fuerza y amor para continuar el camino... Dejémonos sorprender, fraternos, como lo hizo María, que venció las dudas porque sintió la protección de Dios que la amaba y la cubría con su sombra. En estos tiempos mecánicos y acelerados que nos toca vivir, admirémonos por cada gesto de simpatía y cercanía que iremos recibiendo en estos días santos y que también nosotros estamos llamados a engendrar.
Navidad es luz desnuda. La luz débil y frágil del Niño recién nacido y envuelto en pañales. Una señal nada omnipotente y, sin embargo, tan reveladora del Misterio de Dios-con-nosotros. La criatura recién dada a luz es signo de la fuerza que se evidencia en la debilidad. Y cuanto más sentimos la falta de fortaleza, más nos adentramos en el cuidado que nos tiene Dios. Pues si no tenían ni sitio en la posada y si Herodes había mandado matar a los recién nacidos… en esa realidad, como la nuestra que parece que todo pueda ser descartado por leyes sin corazón… en ese mismo momento, la Palabra de Dios proclama: levántate, toma la vida que tienes a tu alrededor y ve donde yo te diga. La luz desnuda de Cristo naciente nos anima a levantarnos y andar.
Navidad es luz cálida. Es fiesta del sentimiento y la razón de la ternura. Toda una rebelión contra la frialdad de un mundo deshumanizado. Los sencillos pastores vieron y comprendieron lo que los doctores y sabios despreciaron: Jesucristo nace hoy. Nace en nuestros tiernos abrazos, tiernas palabras y deseos encontrados por un mundo en paz. No nos cansemos en nuestras fraternidades de celebrar tan grande misterio que caldea nuestro día a día, en medio de la enfermedad. Nace la luz de Navidad y nada ni nadie la puede apagar. A Dios gracias.
El Equipo General