Los pasados 24,25 y 26 de abril, en Segovia, tuvimos la XL Asamblea General de Frater España. Fue un momento de reencuentro y de saber que, a pesar de la distancia, seguimos paso a paso en el camino de la fraternidad. En la última Asamblea General, justo hace dos años también en Segovia, nos proponíamos la tarea de fortalecer nuestra identidad en estos momentos de crisis social, económica y solidaria que estamos viviendo en nuestras realidades más cercanas, también entre nuestros fraternos. Supuso una revisión de nuestras Fraternidades en las 41 diócesis en que tiene presencia. De ella salimos con ilusión y confirmando lo que somos: una presencia de esperanza y de buena noticia para la persona con discapacidad, pues somos testigos de que la fraternidad, el encuentro, la alegría, las capacidades, superan la crisis y las limitaciones.
Han pasado dos años. Es poco tiempo, pero vamos avanzando. La experiencia de este breve espacio de tiempo nos ha ayudado a sentir que hay que levantar lo caído, animar lo pequeño y seguir luchando por lo que creemos y vivimos. Creemos que Jesús es liberador, que está presente en la vida de todo ser humano y que tiene una especial sensibilidad y cercanía con los más necesitados. Creemos que Él luchó por cambiar el corazón de los hombres y las estructuras sociales que lo esclavizan, haciéndolo dependiente e individualista. Creemos que es comunión y comunidad, llamándonos a participar de la increíble aventura de la fraternidad. Y esto que creemos, lo intentamos vivir. Vivimos que la fragilidad de los pequeños está en la entraña del Evangelio, que concretamos con nuestra vida el milagro del grano de mostaza, que siendo pequeño e insignificante, llega a ser sustento y vida para muchos.
Vivimos la crisis y vivimos la comunión, la ilusión de seguir adelante, como siervos y amigos del que está compartiendo su proyecto. Él sabrá hasta dónde y cuándo, pero aquí están nuestras manos para trabajar y nuestro corazón para seguir.
El cartel de la Asamblea recogía todo esto: el corazón de Jesús marcado en la humilde y frágil arena, pero con la intención de latir en el mundo, de ser signo de amor, encuentro y justicia en nuestras realidades. Un corazón XL, talla grande, para anunciar con alegría la Buena Noticia, como nos invita el Papa Francisco en la Evangelii Gaudium: una Iglesia en salida y una Frater en salida, en medio del mundo. Una llama que quiere ser el acento de Jesús, el golpe de voz que nos sitúa en lo específico, en la fragilidad. Y como decía el P. François, llama para incendiar el mundo.
En la XL Asamblea General nos hemos reencontrado y animado, pero no nos hemos complacido. Sigue quedando mucho camino por recorrer en nuestra relación y nuestro servicio, dentro y fuera. Y así será siempre.
Gracias por la riqueza de lo compartido, por el cariño, la ilusión y la disponibilidad; por el reencuentro que marca el camino de la fraternidad.
El Equipo General