Exigencias fraternas

Exigencias fraternas

Como quien no lo quiere, el año va que vuela. Cada año nuevo, como cada día, son para nosotros un regalo de Dios que se espera sea de muchos dones, desafíos, retos, aventuras, bendiciones… En el corazón de cada ser humano hay un anhelo por crecer y avanzar, hambre de infinito y reconciliación…

Jesús es la motivación de nuestro compromiso, que debemos realizar con ilusión y entusiasmo, poniendo en el centro del mismo a la persona con enfermedad y discapacidad física y sensorial, siendo y sintiéndonos protagonistas de nuestra propia vida y acción, llamados a anunciar el Evangelio. Se abre ante nosotros un periodo para llevar a cabo nuevas oportunidades, nuevos proyectos, ilusiones, entusiasmos… Pueden cambiar los medios, las maneras, las actividades, las personas que asuman responsabilidades en momento concretos…, pero siempre fieles a lo fundamental de Fraternidad: sentir y poner en práctica el mandato de Jesús: “levántate y anda” (Mc. 2, 11) y “amaos los unos a los otros como yo os he amado” (Jn. 15,12) poniendo al servicio de los hermanos nuestras capacidades, que superan a nuestras limitaciones.

Desde aquí, se nos pide a los fraternos/as ser personas que alcemos la voz para clamar por todo lo que es necesario, justo, pendiente. Gente que gritemos que la Palabra de Dios no se puede amordazar ni domesticar, y que su llamada es urgente, y es necesario que se oiga. Gente que, a pesar de todo, no hablemos desde el desánimo o la derrota, sino desde la convicción de que el sueño de Dios para este mundo sigue siendo necesario. Se nos invita a ser personas que lleven por bandera la palabra y la esperanza.

Se nos pide a los fraternos/as romper el silencio con nuestra palabra incómoda. El silencio de quien mira para otro lado ante lo que resulta inconveniente. El silencio cómplice de quien acepta lo intolerable. El silencio temeroso de quien huye del conflicto. O el silencio satisfecho de quien quiere ocultar el mal. Se nos pide decir una palabra valiente, justa… aunque en ocasiones podamos ser perseguidos por clamar contra el mal.

Pero además, para no parecer “puntillosos”, que solo denunciamos lo que no funciona, también se nos exige anunciar el bien posible. Recordar y revivir en nosotros el amor infinito de Dios, que quiere que la luz llegue a todas las sombras. Hoy especialmente hace falta que a mucha gente le lleguen palabras de cariño, de ternura, de alivio. Se nos exige convertirnos en apoyo de quienes andan más encorvados. Y que, aunque a veces el mundo parezca una jaula de grillos, y el egoísmo parezca campar a sus anchas por tantos lugares, sin embargo la promesa de Dios es que al final brillará su lógica, su evangelio, y su amor. Si creemos esto reforzaremos y renovaremos nuestros compromisos desde Frater por mejorar y humanizar nuestro mundo. No olvidemos que “la persona o grupo que continúa poniendo todo su corazón allí donde no hay resultado aparente, es el signo más eficaz de la acción de Dios”. (P. François)

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