Atrás quedan las vacaciones de verano, playa, montaña, familiares, amigos, pueblo de origen, en la propia casa pero más relajados… Cada uno como hemos podido. De cualquier modo, descanso merecido. Eso esperamos. Retomamos la vida ordinaria y reanudamos las actividades en nuestras respectivas Fraternidades. Ilusión, coraje, imaginación, compromiso, alegría en el servicio fraterno, presencia viva de Jesús… harán que este curso dé los frutos que esperamos.
Todavía resuenan en los participantes, los ecos de lo vivido en la X Semana de Fraternidad, celebrada en Segovia en el mes de agosto pasado. Fue una experiencia gozosa. Nos juntamos unas cien personas. Lástima que no todos pudierais participar en ella. En esta Carta de Amigos queremos haceros partícipes de algo de lo vivido allí, por si logramos transmitiros y fortalecer entre todos su espíritu, para caminar juntos en la utopía del Reino que descubrimos.
Nos ha servido para estrechar lazos de amistad y para animarnos en el compromiso común de seguir luchando cada día por ser y sentirnos personas con capacidades que quieren desarrollar su proyecto personal de vida y su integración viva en la sociedad y en la Iglesia. Nos anima nuestra fidelidad a Jesús de Nazaret que acompañó y curó a los enfermos, denunció la arrogancia de los “sanos”, anunció un mundo mejor, más justo, más humano… Combatió con todas sus fuerzas la marginación y el desprecio que vivían los pobres, los leprosos, los ciegos, los lisiados y los pecadores.
Nos reunimos en torno a una idea que denominamos el Reino de Frautopía, formada por dos palabras, fraternidad (amistad, afecto entre hermanos o entre quienes se quieren como tales) y utopía (plan, proyecto, sistema optimista que aparece como irrealizable en el momento de su definición, pero que luchamos por conseguir como ideal de vida y compromiso).
Hemos soñado con un mundo nuevo, mejor, sin caer en el dicho calderoniano de que “los sueños, sueños son”. Un mundo organizado según las leyes de la solidaridad y la tolerancia. En el que toda persona, libre y creadora, pueda desarrollar sus derechos y capacidades y, con las manos unidas, avanzar hacia la utopía. Es posible. Tenemos que luchar por ello.
No queremos conformarnos con la realidad que presentan tantas veces los “poderosos”, que quieren domesticar conciencias y manejar a las personas a su antojo. Pretendemos mirar la realidad, tal como es, convencidos de que “si cambiamos la forma de ver las cosas, las cosas cambian de forma”. ¿Por qué no va a ser posible que los humildes se hagan “reyes”, se quite la corona a los orgullosos, los pobres puedan sentarse a la mesa a comer y compartir, mientras que los ricos satisfechos e insolidarios, experimenten el sufrimiento ajeno?
En fin, una experiencia gratificante la Semana de Fraternidad, por la que damos gracias a Dios, que nos anima a luchar por un mundo mejor, a compartir y a experimentar que “dando es como se recibe”. Nos debe ayudar en nuestra fraternidad a descubrir la fuerza en la debilidad, a ser y sentirnos más humanos y a descubrir en Jesús al Dios Padre que camina con nosotros.
El Equipo General