Pentecostés: Espítitu Santo, fuerza centrípeta y centrífuga
La fuerza del Espíritu Santo es única. Por una parte, es una fuerza centrípeta, es decir, “empuja hacia el centro, porque actúa en lo más profundo del corazón”, de manera que “trae unidad en la fragmentariedad, paz en las aflicciones y fortaleza en las tentaciones”.
Pero al mismo tiempo es fuerza centrífuga, es decir, “empuja hacia el exterior”: El que lleva al centro es el mismo que manda a la periferia, hacia toda periferia humana; aquel que nos revela a Dios nos empuja hacia los hermanos y hermanas.
Es solo en el Espíritu cuando “decimos palabras de vida y alentamos realmente a los demás” pues, “quien vive según el Espíritu está en esta tensión espiritual: se encuentra orientado a la vez hacia Dios y hacia el mundo”.
Papa Francisco, en la Homilía del Vaticano
¡Feliz Pascua de Pentecostés!