Dios escucha los gritos de los pobres y ¿nosotros?
3 de Diciembre: Día Internacional de las Personas con Discapacidad
Comunicado de la Fraternidad Cristiana de Personas con Discapacidad, Frater España
Gritar es una reacción humana. El grito brota del dolor consciente, del gozo palpitante, de la ira que invade... Hay gritos sociales que son consentidos, como los de los aficionados en un campo de fútbol. Hay gritos sociales que se miran de refilón, como los gritos de la multitud en una manifestación. Y hay gritos de los pobres. Tienen voz y gritan, pero el sistema trata de sofocarlos porque los perciben amenazadores para sus propios intereses. Una de las funciones de Frater es escuchar el grito de los pobres y hacer que ese grito se escuche donde tiene que oírse. Escuchar lleva a implicarse.
En España hay colectivos que gritan con insistencia y que el sistema trata de ahogar. Gritan los desahuciados, los que han perdido sus ahorros en un sistema bancario corrupto. Gritan los que no perciben ningún tipo de renta, los no atendidos, toda la gente sin trabajo que, mano sobre mano, ve cómo se le va la vida, sin esperanza cercana.
Gritan los “sin voz”, los que vienen de la pobreza profunda, desde el Tercer Mundo hasta nuestros vecinos más cercanos. Emigrantes, mujeres maltratadas, trabajadores “sin papeles”… Son una avalancha silenciosa, sin voz oficial.
Hoy escuchamos de manera especial el grito de las personas enfermas y con discapacidad, que ven recortados sus derechos y que padecen el deterioro del Sistema de Salud y de los Servicios Sociales. Ese grito queda disminuido con estadísticas amañadas de listas de espera, copagos o control de los servicios que perciben, como si los usuarios de estos servicios fueran los causantes de la crisis.
Por eso, es necesario recuperar la necesidad del grito como denuncia, por desagradable que nos resulte. Y sumarse a él con decisión, sin tener vergüenza ante un sistema que hace oídos sordos a sus peticiones y afirma que ya estamos en crecimiento económico… pero no de servicios a las personas.
El Señor escucha el grito del pobre, del excluido, del oprimido y sale en su busca. No nos apuntemos a la lista de los que ponen su corazón en el dinero, en el poder, en la “vana” gloria. Pedimos que los responsables de la gestión pública y de los Servicios Sociales a nivel municipal, autonómico y estatal escuchen estos gritos, hagan un ejercicio de empatía y den solución a sus necesidades.